7 claves para evitar las escaras o úlceras por presión
Es habitual que aquellas personas que permanecen mucho tiempo en cama por enfermedad o por dificultades de movilidad sufran la aparición de escaras o de úlceras por presión. Es el caso de aquellas que están reducidas en una cama o en una silla de ruedas, personas paralizadas o en estado de coma que no pueden moverse por sí mismas, que sufren incontinencia, que llevan una dieta deficiente o con falta de lucidez mental. La delgadez del cuerpo y de la piel, las prominencias óseas de los puntos en los que la persona se apoya o la nula movilidad son factores que pueden condicionar la aparición de las mismas.
Las escaras son heridas producidas por la presión que ejercen los huesos contra la cama, siendo las zonas más frecuentes en las que aparecen el trocánter del fémur, los talones, las rodillas, el sacro y los tobillos. La fina piel que se encuentra entre los huesos y la cama se queda sin riego sanguíneo debido a esta presión, por lo que se va produciendo una necrosis que da lugar a la escara, que puede ir desde un enrojecimiento de la piel a una afectación al músculo y al hueso. Esto repercute en un gran deterioro de la calidad de vida tanto de los pacientes como de los familiares. Pero afortunadamente, pueden prevenirse. A continuación te explicamos cómo.
1. Garantizar una buena hidratación y una dieta rica en proteínas
Las proteínas son fundamentales para el desarrollo y la regeneración de los músculos y la piel. Si la alimentación no es adecuada, la piel se debilita y el riesgo de sufrir escaras es mucho mayor. Además, es importante que el paciente se mantenga bien hidratado para que la piel no se reseque.
2. Controlar la humedad de la piel de forma regular
Cuando el paciente presenta problemas para controlar la orina y los excrementos, la piel sufre una gran agresión, lo que puede favorecer la aparición de escaras. Pero también es importante limpiar el sudor.
3. Infórmate sobre los tipos de sistemas antiescaras
La ortopedia nos brinda numerosos productos de distintos materiales y tamaños que nos permiten suavizar la presión que se ejerce sobre los puntos de apoyo, como colchones, cojines, almohadas y protectores para las articulaciones que ayudan a distribuir el peso del enfermo.
4. Mantener una buena higiene corporal
Si es posible, el paciente debe ser aseado al menos una vez al día. Siempre con un jabón neutro, sin frotar y secando la piel con mucho cuidado. Además, nunca deben aplicarse productos con alcohol, ni hielo, ni el secador de pelo a una temperatura muy alta. Por supuesto, la cama debe estar limpia, seca y sin pliegues. Y tampoco deben usarse prendas ajustadas o demasiado sueltas con tejidos ásperos.
5. Realizar masajes suaves y específicos
Para mantener un buen trofismo de la piel, es importante que el paciente reciba masajes suaves sobre la piel limpia y seca, sin ejercer presión, sobre todo, sobre las prominencias óseas. Lo ideal es hacerlo con cremas hidratantes y aceites.
6. Evitar pasar todo el día en la cama
Si el paciente puede estar en silla de ruedas o sentado en un sillón, no debe permanecer todo el día en la cama. Puede pasar tres horas sentado y después debemos intentar que se levante y camine si es posible o tumbarse para que los puntos de apoyo descansen. Si la persona no puede levantarse o moverse, debemos intentar mover sus cuatro miembros de vez en cuando para favorecer el riego sanguíneo y mantener las amplitudes de las articulaciones.
7. Cambios frecuentes de posición
Es muy importante que el paciente cambie de posición cada tres horas, evitando que esté completamente de lado, ya que esto ejercerá una excesiva presión sobre el hueso de la cadera, lo que podría dar lugar a la aparición de escaras. Para que esté más cómodo, podemos colocar cojines u almohadas.